La Semana Santa, la morriña y el significado de la nostalgia
O las diferentes formas de sentirla
Bienvenida una semana más a mi Newsletter,
El tema que os traigo hoy me ha llevado más de lo que pensaba. Porque es algo que involucra cosas que no me pertenecen.
Una persona que está leyendo esto hizo posible que sintiese la inspiración necesaria para escribir sobre algo tan personal.
Algo ajeno a mí que se escapa de mi entendimiento, pero que admiro por el impacto que tiene en muchas personas.
Ojalá me sigas inspirando mucho tiempo más.
No es para mí, o puede ser que no lo entienda
En algún punto de nuestras vidas, todos hemos pecado de sentir rechazo por algo que nos resultaba desconocido. Muchas veces, de prejuzgar algo por pura ignorancia. Está claro que yo no me libro de eso.
El rechazo hacia lo desconocido o el egoísmo intrínseco que en tantísimas ocasiones nos impide ver más allá de nuestro campo de entendimiento, es algo que nos caracteriza como humanos. Tratar con inferioridad o indiferencia aquello que no comprendemos genera en nosotros una serie de prejuicios de los que muy poca gente se escapa. Para mí se manifiesta por ejemplo cuando viajo a otro país, o cuando veo una película extranjera. Hace poco fui a ver “Grand Tour” una película en la que se representan tradiciones y rituales propios de la cultura asiática, algo que me resultaba tan sumamente extraño y desconocido, que generaron en mí rechazo, incomodidad y, en algún momento, incluso diversión.
Últimamente me ha rondado mucho la cabeza la pregunta de qué distingue una comunidad de otra. Está claro que las delimitaciones geográficas no bastan para identificar una comunidad, mucho menos para sentirse parte de ella. No hace falta irse a otro país para sentir que la cultura o las tradiciones propias de un lugar no te representan. Aquello que permanece en un espacio geográfico con el paso del tiempo, lo que las personas deciden cultivar, mantener y adorar, es lo que permite que nos identifiquemos con él.
También es lo que nos hace añorar nuestra tierra cuando distamos de ella. En este caso, los gallegos hablamos de la morriña, aunque si dices esto en Andalucía a menudo lo confundirán con modorra. La Real Academia Galega define el término morriña como “Sentimento e estado de ánimo melancólico e depresivo, en particular o causado pola nostalxia da terra”.
Al igual que los sentimientos que nos evoca pensar en nuestro hogar cuando nos encontramos lejos nunca serán los mismos para dos personas (aunque convivan bajo el mismo techo), la morriña varía de significado según quien use el término. En Galicia hablamos da nosa terra (Terra na que m´eu criei, escribía Rosalía de Castro).
La nostalgia es un sentimiento que nos recuerda que pertenecemos o hemos pertenecido a algo. A menudo ese algo nos despierta diversos sentimientos; a veces son bonitos, por el recuerdo de lo vivido; otras no lo son tanto, incluso pueden ser dolorosos por la añoranza de aquello que sabremos que no volverá. Nos identifica como personas. Nos recuerda de dónde venimos.
Lo bonito de la nostalgia es que habita en nosotros a través de recuerdos y emociones muy distintas entre sí. Cada uno vive su propia nostalgia. De ahí la pureza que reside en ella: es única para cada individuo. Siempre me he considerado una persona muy nostálgica. Vivo mucho en el pasado, lo idealizo, lo revivo una y otra vez hasta exprimir la última gota de aquellos recuerdos que me despiertan algo que siempre pienso que nunca volverán a ser los mismos.
Nunca pretenderé que alguien entienda lo que significa para mí un trayecto en coche rodeada de verde, de vegetación, de vida. No quiero decir que este paisaje no se dé de forma similar fuera de Galicia. Pero ningún otro significará lo que este significa para mí. Ningún otro me llevará a cuando era pequeña e iba a casa de mis abuelos, sabiendo que me esperaría toda mi familia, desde la inocencia de ser una niña que pensaba que esos momentos nunca se acabarían. Aquellas vistas al mar que nos acompañaban cada verano. La tierra en la que nos criamos ocupa un espacio dentro de nosotros allá donde vamos. Podemos salir de ella, pero ella nunca saldrá de nosotros.
Lo bonito de sentir distinto
Antes hablaba del significado de pertenencia. Si por algo se caracteriza la cultura y las tradiciones, es justamente por eso. Cada una ocupa un espacio en el corazón de personas distintas, en su identidad. Si no te pertenece, puedes entenderla; puedes intentar introducirte en ellas por determinadas circunstancias; pero jamás despertará en ti lo que despierta en aquellas personas que lo han mamado desde que tienen uso de razón.
En el tema de las tradiciones yo no soy tan experta, ya que aunque existan muchas tradiciones que caractericen mi tierra, bien sea por cuestión familiar o de la ciudad en la que me he criado, nunca he mamado ninguna desde pequeña. Por lo que no puedo decir que viva lo que vive mi pareja, de Andalucía, cuando va quedando menos tiempo para que llegue la Semana Santa. No puedo entender lo que es tener unas fechas sagradas, para las que te preparas y dedicas en cuerpo y alma. Que compartes con familia, amigos y aquellos que, aunque nunca has visto, sabéis que llegada la fecha os une un hilo invisible.
Debo admitir que he pecado (aún lo estoy corrigiendo) de hacer comentarios negativos hacia esta tradición tan desconocida por mí. Me he quejado cuando solo escuchábamos, veíamos o hablábamos durante días de Semana Santa. Me he frustrado al estar en conversaciones con otras personas en las que demostraban su ilusión sobre algo que para mí era tan indiferente. Pero, ¿cómo pretendo entenderlo?
La realidad es que nunca podré llegar a entender por qué algo que me resulta indiferente a mí le eriza la piel al de al lado. Precisamente, ahí reside la magia de poder empaparnos de otras culturas. Que no puedas sentirlas o vivirlas de la misma forma no quiere decir que no puedas inspirarte o nutrirte de ellas.
Aunque no pueda decir que todo lo que hay detrás de estas fechas evoque algo en mí, ver lo que genera en otras personas me recuerda que cuando personas, conocidas o no, se unen, pueden crear algo precioso, como es mantener viva una tradición. La nostalgia se basa precisamente en eso. En el deseo de poder revivir una y otra vez algo que te marcó en un momento de tu vida. Y las tradiciones que se mantienen a lo largo de los años, le dan la oportunidad a la persona de volver a sentir la misma ilusión año tras año.
Al fin y al cabo, todos deseamos sentirnos orgullosos de dónde venimos; de qué ha forjado nuestra identidad; y de aquello que nos hace sentirnos afortunados de poder seguir disfrutando.
Muchas gracias por leerme una semana más. Como siempre, me encantaría hablar con vosotras.
La semana que viene volveré con muchas obsesiones y un nuevo tema.
Bisous,
🫂💐